viernes, 24 de julio de 2009

Lección #28: El Misterioso


Tipo: Actitud

Nombre científico: Misteriae aparentatis

Nombre vulgar: Misterioso


Una buena opción para quienes desean despejar su ambiente de indeseables interlocutores, pero sin caer en conductas tan agresivas, es la de rodearse de un aura de misterio. No del real, por supuesto, sino de uno fingido, y que se base primordialmente en secretos sin importancia alguna.


Lo primero al usar esta táctica es presentarse tarde al lugar, o ausentarse temporalmente –aproveche de ir al baño, rellenar su vaso o fumar un cigarrillo –de manera intempestiva. Luego de algunos minutos podrá volver –o llegar, si optó de antemano por esta táctica –acusando “problemas importantes que no puede comentar”, sin dar más detalles, pero cuidando de utilizar un tono de voz y gestos que indiquen que se trata de asuntos altamente secretos.


Ya dominada esta primera fase, puede pasar al segundo estadio del misterioso: las llamadas telefónicas. No importa si son reales o no –de hecho, funcionan mejor las fingidas –lo importante es responder el teléfono con la misma cara y voz de misterio practicadas anteriormente, e idealmente alejarse un poco de quienes desafortunadamente lo acompañan. Mantenga un tono de voz bajo y utilice monosílabos. Recuerde que debe dar la sensación de secreto. Al volver, recalque que no puede contar nada sobre la llamada que acaba de recibir.


Por último, puede recurrir a una simple pero efectiva técnica: nuevamente finja una llamada, pero esta vez responda frente a su interlocutor con alguna frase del tipo “no puedo hablar en este momento, hay gente de la que dudo” o “te he dicho que no puedo hablar por esta línea, está intervenida”, para luego cortar la llamada y seguir conversando como si nada hubiera pasado. Y siempre, independiente de las demás técnicas, frente a cualquier tema de conversación comente que está desarrollando trabajos, proyectos o cualquier cosa en esa área “muy interesantes pero secretos”, de los que obviamente no puede hablar. Verá cómo rápidamente goza nuevamente, al fin, de su sagrado espacio.

jueves, 16 de julio de 2009

Lección #27: Discutiéndolo todo



Tipo: Actitud

Nombre científico: Discutidorus fanaticus

Nombre vulgar: Discutidor


Una actitud altamente repulsiva hacia quienes invaden nuestro vital espacio es la de discutir cualquier tema. Bastan algunos minutos intensos de esta práctica para ahuyentar a cualquiera que ose acercarse demasiado a nosotros.


El primer paso es definir una posición respecto del tema sobre el que se está conversando. Poco importa si se trata de un tópico profundo o de uno banal; lo fundamental es fijar una postura y comenzar la pelea.


Una buena forma de elegir la postura es esperar a ver cuál es la de su interlocutor, y adoptar la opuesta. Esencial es, llegado a este punto, desacreditar los argumentos de su ocasional oponente con lo que tenga a mano: argumentos válidos son la primera opción, pero no la única. Mentiras, citas reales o inventadas (ver Lecciones #10 y #20) y descalificaciones personales son especialmente efectivas para lograr su cometido.


El estado más avanzado de esta actitud requiere tomar siempre la posición más ilógica, políticamente incorrecta e indefendible. De esta manera quedará claro que lo suyo es discutir por el solo gusto de hacerlo, lo que le asegurará en inmediatez en la recuperación de su metro cuadrado.


Un elemento que siempre otorga valor agregado al practicar esta lección es enfatizar algunas palabras clave en su argumentación (ver Lección #12), potenciando lo repulsivo de su conducta. Con esta letal combinación, de seguro reconquista su espacio. Si no lo logra (siempre hay especímenes resistentes), esta actitud le da una inmejorable última salida: la de retirarse indignado, vociferando contra la imbecilidad de quienes no tienen la inteligencia suficiente para entender -y compartir- sus argumentos.



martes, 7 de julio de 2009

Lección #26: La higiene ante todo


Tipo: Repelente físico
Nombre científico: Higienicus fanaticum
Nombre vulgar: Higiénico

Una buena forma de espantar a cualquiera que intente invadir nuestro sagrado metro cuadrado, es hacer gala de hábitos higiénicos superiores a los del común de los mortales. Porque aunque podría parecer contraproducente, el exceso de higiene –en especial si el proceso de limpieza se hace enfrente del interlocutor –es altamente eficiente si de repeler intrusos se trata.

El primer paso es tener siempre a mano un mondadientes. Existen elementos especialmente pensados para estos menesteres, por lo que echar uno en el bolsillo del pantalón o chaqueta es un buen comienzo. Con él se puede escarbar los restos de comida mientras conversa con su interlocutor.

Un segundo paso, siempre en el ámbito dental, es echar mano a elementos que, aunque no hayan sido diseñados para esto, puedan servir a los propósitos: la punta o la tapa de un lápiz, la esquina de una credencial o algún hilo birlado a alguna prenda de vestir pueden ser de suma utilidad. Punto extra si el lápiz, credencial o hilo pertenecen a su interlocutor. Pedir un lápiz prestado para escarbarse los dientes e inmediatamente devolverlo a su dueño puede significar el inmediato éxito de su tarea de deshacerse de él.

Etapas más desarrolladas –y más efectivas –de esta habilidad incluyen escarbarse con los mentados elementos –puntas y tapas de lápices son los más apropiados –otras cavidades corporales; especialmente cotizados son oídos y nariz. Luego de usado el elemento, siempre frente a su dueño, tenga la cortesía de devolverlo sin limpieza previa.

El punto cúlmine en el desarrollo de este arte es el cultivo de la “uña del aseo”, que consiste básicamente en dejarse crecer la uña del dedo menor de la mano derecha, de tal manera que alcance una longitud suficiente para escarbar las citadas cavidades. Es importante que sea la mano derecha, pues con ella saludará a su interlocutor y, en caso de ser necesario, aplicará las técnicas del invasivo (ver lección #13), palmeando y/o sobajeando a su víctima en espalda, brazos u otras zonas corporales, buscando acercar la uña en cuestión lo más posible a su cara. Esta acción combinada garantiza la huida inmediata.